Y así
pasamos la noche, de vez en cuando se escuchaba algún que otro disparo. No
quería ni mirar, me da igual si los cadáveres esta vez eran zombis, si eran
personas infectadas, o si eran inocentes, ladrones o policías. De vez en cuando
me daba por pensar que esto sería mi día a día a partir de ahora, o por cuánto
tiempo podría vivir en este nuevo mundo que me rodeaba, si sería de los pocos
que podría escapar de allí y llegar a otro lado de España, sin zombis, tal vez
Madrid, Barcelona u Oviedo. Me recosté un rato y sin pretenderlo me quedé
completamente dormido.
Mientras
David dormía, Cris no dejaba de mirar por la ventana, no soltaba aquella
escopeta ni para ir al lavabo literalmente, esos últimos días aquella arma se
había convertido en una parte más de su cuerpo. Ella no durmió aquella noche.
Vigilaba cada escena que pasaba a su alrededor, y que vía de escape era la
mejor en caso de una emergencia. Sabía perfectamente que las horas en aquel
piso estaban contadas.
Debían
ser las siete de la mañana del día 16 de diciembre del 2013. Conectamos una vez
más el televisor. Ya no había emisión desde las cadenas autonómicas. Otros de
los canales, solo hablaban de que cada vez más distintas partes y provincias de
Andalucía quedaban contagiadas por esta maldita enfermedad. Ya no había
esperanza para Málaga y mucho menos para Sevilla. Caravanas de coches hacia
otras ciudades eran las últimas imágenes que se tenían de aquí. Algunos
lograron escapar a los controles, algunos sanos había logrado huir. Lo peor era
que personas infectadas en las primeras horas de la enfermedad también lo
habían logrado infectado así distintas partes. Hasta los mismos soldados
estaban ya infectados. Parecía que esta parte de España era ya un lastre para
el resto, no solo del país, si no el resto de Europa. EL foco en la India era
ya casi incontrolable también. ¿Estaríamos por tanto frente a una pandemia y no
una epidemia? ¿Estaríamos ya hablando de algo…mundial?
-Eh,
eh, despierta dormilón. Mira cuantos amiguitos han llegado esta noche. –Me
despertó Cris.
-¿Qué
ocurre? –Pregunté al tiempo que me levanta, estaba aún medio dormido y miré por
la ventana. Al menos podría haber unos cincuenta o así, andaba cada uno por su
lado. Demasiado habían tardado en llegar los zombis a nuestro barrio. Una
sirena a lo lejos les hizo removerse y caminar todos hacía su origen. Parecía
que este les atraía el ruido. Estaban tan revueltos que sí uno de aquellos
zombis tropezaba, los demás le pisoteaban, era como si no tuviesen consciencia
de otro ser ajeno a ellos, a no ser que fuesen presa, o tal vez era que solo le
importaba su supervivencia propia. ¡Mejor, así no habría una alianza zombi
jamás! Pensé. Aparte aquellas suposiciones de mi cabeza y observe con los
prismáticos hacia donde se dirigían.
Era
un coche de patrulla nacional, tenía un gran agujero en el techo, de él, salía
un policía apuntando con una metralleta. Empezó a armas un gran estruendo al
disparar contra todos ellos. Aquello fue un ruido igual que el de anoche. Sería
eso lo que sucedía mientras yo dormía.
-Lo
han estado haciendo cada pocas horas. –Dijo Cris confirmando mi teoría– Es
posible que podamos mantenernos aquí, si ellos los mantienen a raya.
Desayuné
algo y conecte la música, era hora de acallar aquellos disparos con un poco de
alegría de entre las llamas del infierno. Rocanroleé un poco alrededor de
Cris, ella reía, y yo también. Hacía un par de días que no reía de aquella
manera. Luego nos pusimos a jugar a las cartas. Usamos las bolas del árbol de
navidad como fichas de póker. Luego encendimos las luces un rato, y cantamos
algún que otro villancico, parecía de chiste, pensar que pudiésemos estar tan
“tranquilos” con lo que había ahí fuera.
Es verdad, pero nada podíamos hacer por ahora. Cris se quedó dormida junto a
mí. La dejé tumbada en el sofá arropada. Le aparte el rifle de las manos y se
lo coloqué en el suelo. Yo cogí el mío y me puse a hacer guardia. Al rato me
fui al sofá y me quedé dormido también, mas un gran estruendo me despertó al
poco rato, sonaba como un saco tirado desde una gran altura aplastándose contra
el suelo.
-Joder
¿qué ha sido eso?
-Ni
idea –Contesté desconcertado.
Aquel
estruendo sonido volvió a escucharse, cada vez más se escuchaba por distintas
zonas, me levanté de un salto y miré por la ventana “Dios santo” me quedé petrificado al instante; eran cadáveres, la
gente había empezado a suicidarse, se tiraban desde las azoteas y balcones de
sus casas... había comenzado la ola de suicidios en masa.
-Querrán
alimentar bien a los zombis –Dijo Cris– Eso es lo que consiguen con eso. Aunque
pensarán que mejor servir de comida que convertido en uno de ellos. Ves que te
he dicho. –Señaló hacía una parte de la calle.
Uno
de los zombis empezó a correr cabizbajo y torpemente con los brazos extendidos.
Cuando llegó a uno de los cadáveres se paró y se desplomo sobre él, empezó a
morderle y devorarle el cuello...el pecho…los brazos… lo despedazaba como una
fiera carroñera. Le arrancó la cabeza y finalmente adentrándose por la parte
caudal, empezó a devorar el tronco de encéfalo, el cerebelo…y finalmente el
cerebro. La escena era grotesca y desgraciadamente no sería la última vez que
la tendrían que visualizar. Empezó a llover de improvisto. Otro de aquellos
coches patrulla volvió a llegar, esta vez no tuvo tanta suerte como la ultima,
cada vez había más zombis, por detrás y por delante, todo su alrededor estaba
cubierto. Da igual si intentabas atropellarlos…ellos seguían sin detenerse,
hasta el punto que, cuando se quedaron sin balas, y los zombis empezaron a
subir al coche, desmembraron a mordiscos al policía de la metralla y
posteriormente al conductor, que, paralizado por los restos de sangre de su
compañero que resbalaban por el parabrisas delantero, era incapaz de reaccionar
para defenderse ante tal horda de zombis. Aquella noche la lluvia limpio de
sangre las calles de aquel pequeño barrio malagueño.
En el silencio de la noche podía escucharse
como aquellos rabiosos seres despedazaban y comían trozo a trozo otro
cuerpo…humano o no. Finalmente opté por ponerme tapones en los oídos. No lo
soportaba. Aquel ruido, una mezcla de gemidos, murmullos y sonidos de zombis
alimentándose de cadáveres en la oscuridad de la noche. La oscuridad…Me
preguntaba que tenía la oscuridad que tanto miedo transmitía.
-¿Qué
haces Cris? –Pregunté al verla asomada a la ventana agarrando fuertemente el
palo de la fregona.
-Échate
para atrás, puede revolvérsete el estomago. Anoche, uno de esos malditos
suicidas, no tenía otro sitio donde caer que en la antena parabólica, le
atravesó el pecho de cuajo. Intento quitarlo de aquí para no atraer a los
zombis. Maldita sea, el niño, se ha quedado aquí empalado.
-¿Era
un niño? –Me sorprendí de la frialdad con la que hablaba.
-Sí,
no tendría más de diez años, da lástima pero...así es todo ahora. –Dijo arrastrando
un aura de tristeza– Lo malo es que como a los zombis de mierda les den por
venir hacia este piso… puf.
-¿Cuándo
queramos salir de aquí como lo haremos? Ya viste que les paso al coche
patrulla…
-Lo
sé. Pero ya encontraremos la forma. –Dijo Cris con rotundidad.
Al
final pudo quitar aquel cadáver de la antena, aunque cayó bastante cerca del
portal. Esperábamos que a los zombis no les dieran por subir al bloque, sería
nuestra perdición.
-Me
cago en la hostia. –Se me escapó en voz alta.
-¿Qué
te pasa ahora David?
-Me
pasa que mi peor pesadilla acaba de hacerse realidad.
-Creía
que ya vivías en tu peor pesadilla –Dijo ella burlándose.
-No,
esto solo acaba de empezar –Mi voz sonaba tan seria…– calla, escucha– Le
espeté.
Podíamos
oír gemir y arrastrarse a uno de esos seres justo en el pasillo. Me acerqué
despacio a la puerta, y con sumo cuidado acerque la mirada a la mirilla…estaba
aturdido…caminando de un lado a otro del
pasillo…se me heló el corazón en aquel momento. ¿Cómo saldríamos de ahí? De improvisto
el zombi se abalanzó sobre la puerta, sin darme tiempo a reaccionar caí de
espaldas al suelo del susto. Me arrastre hacia atrás señalándole la puerta a
Cris.
-¡Joder, joder, joder! –No paraba de
repetirlo– Han llegado aquí. –Me levante de un brinco a buscar la mochila que
teníamos prepara para la huida en caso de emergencia. Cris, mientras cogió
todas las armas posibles. Nos cargamos como pudimos de armas y provisiones.
–Vale,
tenemos que llegar hasta la moto.
–Todo
esto no cabe ni de coña…
–Pues
tendremos que dejarlo. Coge dos pistolas y un rifle y saca algo de la mochila.
Le
hice caso, aún así, no sería muy ágil escapando de los zombis cargando todo
eso.
–
¿A dónde vamos a ir? Esta todo igual…
–Algún
lugar se nos ocurrirá, tu cállate la boca, y haz todo, todo lo que te diga ¿va?
Le
hice caso. Solo tenemos una oportunidad le oí decir a Cris entre dientes. No
podíamos tirar las cosas por la ventana, armaría demasiado escándalo… así pues con todo a cuestas nos
disponíamos a bajar por el cableado del bloque desde un tercer piso. Parecía
una locura, nuestro plan era deslizarnos por el cableado saltar a la calle
correr sigilosamente hasta la moto y salir a toda mecha de allí sin rumbo
aparente. ¡Oh dios!, el plan en conjunto era más locura todavía que lo
anterior, me repetí.
Sería
más o menos las dos de la tarde cuando empezamos a salir por la ventana,
despegamos el gran colchón de la ventana y salimos por la terraza, esperamos a
que hubiese muy pocos zombis merodeando por aquel lugar. A pesar de que Cris se
fue deslizándose por el cableado, yo preferí atar una de las cuerdas a las
barandas de la terraza mientras que el otro extremo lo até alrededor mío. No
podría decir que manera era más peligrosa aun así fui bajando a saltos agarrado
fuertemente al cabo. Cuando llegué abajo por fin, me desate la cuerda y Cris la
uso para bajar por ahí cuando ya no había más cableado por el que
deslizarse. La primera misión estaba
completada: bajar con vida; más, la segunda no se vio en la realidad tan fácil
como en nuestra mente. Da igual que no hiciéramos ruido, los zombis nos
detectaban de una manera anormal. Lentos y torpes algunos de los que merodeaban
en la lejanía, automáticamente se giraron hacia nuestro lado. Sin perder la
vista a ellos empezamos a andar a zancadas pero con lentitud. Podía notar de
nuevo como mi pulso casi me estallaba en las sienes, y como mi respiración
lejos de acelerarse la sostenía casi aguantándola para no hacer ruido.
Allí
estaba la motocicleta, a solo unos cinco metros de nosotros. Corrimos apresuradamente
y nos montamos, Cris conduciría, mientras yo, sentado del revés me ate otro de
mis cabos de manera que yo quedase bien unido a ella, empuñe el rifle apuntando
firmemente con él.
–Arranca
venga, - Le ordené.
Sí
los zombis ya nos habían detectado nada más bajar a la calle, ya con el ruido
del motor era como un estanque con tiburones en los que se desramaba un litro
de sangre. Todos se revolvieron al mismo tiempo hacia nosotros. La moto corría
velozmente por la calle esquivando coches contenedores caídos y cadáveres
mutilados. Yo disparaba a todo zombi que venía a un metro de distancia, que no
eran pocos. Conducir una moto por esa zona era como un scalextric. Si no hubiese sido por que iba atado a ella me habría
partido la crisma en la primera esquina. Los zombis no paraban de salir por
todos lados, ¿cómo demonios podía haber tantos en tan poco tiempo? Ya empezaba
a dudar de la existencia de otros supervivientes.
No
podía creer lo que veía, uno de esos zombis hijosdeputa,
corría hacia nosotros con todas sus fuerzas, ¿cómo podía ser verdad? Tenía un
brazo menos, y parecía como si le hubiese arrancado la piel a tiras de medio
lado de la cara. Un momento… ¿sería un zombi o un infectado, tal vez fuese un
humano pidiendo ayuda? No lo pensé demasiado y apreté el gatillo y sus sesos
volaron por los aires en cuestión de segundos.
De cualquier forma, prefería pensar que no era un zombi, como a todos
les diese por correr de aquella manera…ni una Harley Davidson podría ayudarnos
a huir.
De
repente Cris frenó en seco, y yo pegué un bote en la moto. Encajé dos tiros más
a un par de zombis que había alrededor nuestra.
-¿Por
qué te has parado? –Pregunté un poco cabreado al tiempo que intentaba girarme.
Cris
se desato el nudo y bajó de la moto rápidamente, había una chica parada en la
carretera delante de la moto. Sin duda ella había sido la causa de la frenada,
se saco una pistola del cinturón y se abalanzó sobre ella.
-Pero... ¿tú quien eres? –Le apuntó con el
arma a la cabeza, la joven la miraba fijamente, casi no se inmutaba por el
arma. Entonces dijo:
-¿Crees
que me asusta que me apuntes con esa asquerosa arma? He visto demasiadas cosas
estos días, ya no le tengo miedo a la muerte, más bien, deberíamos tenerle miedo a no morir. –Sonrió.
Realmente
aquella joven tenía razón pensé.
-Aparta
esa arma de mi cabeza –Continuó– ¿no ves que no tengo esa jodida enfermedad? Si
la tuviese ya os habría arrancado la yugular de un bocado. No estaría aquí
perdiendo el tiempo.
Al
tiempo que decía eso, Cris bajó el arma. La chica hablaba con mucha agresividad,
casi podía decirse que con rabia, ¿de dónde habría salido? Llevaba ropa de hospital,
debía ser enfermera, celadora o auxiliar…Pero…era imposible, según las noticias
los hospitales eran el primer foco infectado, el peor lugar del mundo en estos
momentos.
-Me
llamo Belén, logré escapar hace unos días del clínico, no fue tarea fácil, pero
lo logré. He podido ver de todo allí…todo esto es…simplemente brutal. No he podido
matar a muchos de esos pequeños cabrones mientras escapaba, pero alguno cayó.
Salgamos de aquí corriendo, y os contaré mi historia. –Dijo al ver que otra horda de zombis que
había salido de la nada, se dirigían hacia nosotros.
-¿Pero
a dónde podemos ir? –Pregunté desconcertado.
-Tengo
una idea. –dijo alzando la vista hacia a vieja cárcel de la ciudad.
-
¿La antigua cárcel? Habrá polis ahí. –Comentó Cris.
-No
creo la cerraron definitivamente en 2007.
-Intentémoslo
matar a otro poli o no ¿ya qué más dará?
Intentamos
entrar en la cárcel, era bastante antigua, y tenía unos muros muy altos, pero
estaba en una zona un poco….chunga, así que teníamos que tener cuidado. Cuando
llegamos al portón principal, vimos que la cerradura ya había sido forzada así
que alguien más había entrado allí…alguien que no sabíamos si había salido...al
entrar cerramos la puerta para que nadie pudiese entrar de nuevo, o más bien
para que al menos le costase trabajo. Le dimos un arma a Belén. Y vigilamos
nuestros pasos con sumo cuidado. Llegamos a una de las oficinas y cerramos la
puerta, aquello tenía aspecto de edificio abandonado pero al menos estaríamos
seguros unas horas. Belén se sentó en una de las sillas giratorias y empezó a
contarnos su historia.
«Para
empezar la televisión está controlada, solo sabe emitir medias verdades. La
enfermedad se transmite por fluidos corporales, la saliva es lo más típico,
pero también por otros medios, uno bastante raro es el sudor. Cualquiera puede
darte un apretón de manos sudoroso y contagiarte. Es recomendable llevar
guantes. Las mascarillas no sirven para nada, no se contagia por el aire no es
un virus, es un tipo raro de bacteria. Que anida en el fluido, cualquier lugar
húmedo, da igual como sea, base o ácido, viaja en el torrente sanguíneo hasta
llegar al sistema central, de ahí puede anidarse en distintas partes de cerebro
o de otro lugar, tarda un día en llegar sí es a causa de una mordedura directa,
incluso menos los he visto, depende de cada persona, si es por contacto, saliva…etc.
Tarda dos. Una vez contagiado es imposible frenarlo a no ser que destruyamos la
parte hacia la que se dirige. Cuando llega la persona sufre un pequeño colapso,
una especie de ictus. Mueren la mayoría y a los pocos minutos después, reviven.
No sé sabe cómo es posible, pero es lo que hacen. Estuve presente en una
autopsia. Había presentado todos los síntomas anteriores, los análisis
mostraron un tipo de bacteria extraña era como la rabia, estaba anidada en su
cerebelo y partes del cerebro. De pronto se levanto de la mesa torpemente,
todos nos llevamos un buen susto. Yo salí corriendo nada más verlo. Pero había
más como ellos. Cogí todos los sedantes que encontré por si había algún
infectado al que no le hubiese dado aún el ictus. Se sabe cuando no le ha dado
por que antes de hacerlo siempre vomitan un líquido negruzco».
Dejé
adormilados a unos pocos, y tuve que decapitar a otros tantos con el hacha
anti-incendios del hospital. Conseguí llegar a un conducto del aire y por ahí
me desplace por algunas partes del hospital. Otras dos personas iban a salir conmigo
de allí pero no tuvieron tanta suerte o templanza como yo. Se transformaron
también. Encontré una moto y me desplace hasta aquí, llene dos bolsas de comida
de un supermercado y pude entrar a esconderme en una guardería. Lo único que
tengo es esta pistola que le quité a un policía muerto, ya apenas me queda
comida aunque aún conservo algunas cosas del hospital. Los núcleos más
peligrosos son los alrededor de los hospitales, Quirón, Clínico, Carlos de
Haya, Civil, Materno…imposible. Tampoco pasar por las zonas que el ayuntamiento
adaptó para refugiarse como el Carpena, ni las comisarías, los pocos polis no
zombis intentarán que no escapemos. Y si nos topamos con los militares…estamos
perdidos.
-Será
difícil, ir a algún lado.
-Diciendo
eso, no ayudas todos sabemos que será difícil, pero hay que intentarlo, a no
ser que quieras ser uno de ellos. –Espetó enfadada Belén.
-Podemos
ir a los montes de Málaga, es fácil de esconderse, y fácil de detectar zombis y
podemos llegar en poco tiempo y a pie. –Comentó Cris.
-Yo
conozco bastante aquella zona…puede ser la mejor opción. Descansemos aquí
mientras trazamos la ruta para llegar.
-Perfecto.
-Pasaremos
aquí la noche. –Dije.
-Hay
que tener cuidado, no sabemos si quien rompió el cerrojo está aun aquí, no
sabemos cuál será su intención…lo mejor es hacer una guardia. Al menos esta
noche…–Nos indicó Belén.
-Me
quedaré yo. –Dije sin dejar de terminar
a Cris.
-Ha
pasado tan solo una semana, y está todo completamente infectado. Cada vez el
desarrollo de la infección es más y más rápido. Antes se necesitaban un par de
días antes de que la persona reviviese, ahora solo basta con un par de horas.
No hay electricidad, no sé cuánto alcance está teniendo, pero fuera de Málaga
no es distinto. El ejercito ya no vale para nada.
-Eres
bastante catastrofista.
-Soy
realista muchacho.