lunes, 17 de julio de 2017

Parte Cuarta.

Y así pasamos la noche, de vez en cuando se escuchaba algún que otro disparo. No quería ni mirar, me da igual si los cadáveres esta vez eran zombis, si eran personas infectadas, o si eran inocentes, ladrones o policías. De vez en cuando me daba por pensar que esto sería mi día a día a partir de ahora, o por cuánto tiempo podría vivir en este nuevo mundo que me rodeaba, si sería de los pocos que podría escapar de allí y llegar a otro lado de España, sin zombis, tal vez Madrid, Barcelona u Oviedo. Me recosté un rato y sin pretenderlo me quedé completamente dormido.
Mientras David dormía, Cris no dejaba de mirar por la ventana, no soltaba aquella escopeta ni para ir al lavabo literalmente, esos últimos días aquella arma se había convertido en una parte más de su cuerpo. Ella no durmió aquella noche. Vigilaba cada escena que pasaba a su alrededor, y que vía de escape era la mejor en caso de una emergencia. Sabía perfectamente que las horas en aquel piso estaban contadas.
Debían ser las siete de la mañana del día 16 de diciembre del 2013. Conectamos una vez más el televisor. Ya no había emisión desde las cadenas autonómicas. Otros de los canales, solo hablaban de que cada vez más distintas partes y provincias de Andalucía quedaban contagiadas por esta maldita enfermedad. Ya no había esperanza para Málaga y mucho menos para Sevilla. Caravanas de coches hacia otras ciudades eran las últimas imágenes que se tenían de aquí. Algunos lograron escapar a los controles, algunos sanos había logrado huir. Lo peor era que personas infectadas en las primeras horas de la enfermedad también lo habían logrado infectado así distintas partes. Hasta los mismos soldados estaban ya infectados. Parecía que esta parte de España era ya un lastre para el resto, no solo del país, si no el resto de Europa. EL foco en la India era ya casi incontrolable también. ¿Estaríamos por tanto frente a una pandemia y no una epidemia? ¿Estaríamos ya hablando de algo…mundial?
-Eh, eh, despierta dormilón. Mira cuantos amiguitos han llegado esta noche. –Me despertó Cris.
-¿Qué ocurre? –Pregunté al tiempo que me levanta, estaba aún medio dormido y miré por la ventana. Al menos podría haber unos cincuenta o así, andaba cada uno por su lado. Demasiado habían tardado en llegar los zombis a nuestro barrio. Una sirena a lo lejos les hizo removerse y caminar todos hacía su origen. Parecía que este les atraía el ruido. Estaban tan revueltos que sí uno de aquellos zombis tropezaba, los demás le pisoteaban, era como si no tuviesen consciencia de otro ser ajeno a ellos, a no ser que fuesen presa, o tal vez era que solo le importaba su supervivencia propia. ¡Mejor, así no habría una alianza zombi jamás! Pensé. Aparte aquellas suposiciones de mi cabeza y observe con los prismáticos hacia donde se dirigían.
Era un coche de patrulla nacional, tenía un gran agujero en el techo, de él, salía un policía apuntando con una metralleta. Empezó a armas un gran estruendo al disparar contra todos ellos. Aquello fue un ruido igual que el de anoche. Sería eso lo que sucedía mientras yo dormía.
-Lo han estado haciendo cada pocas horas. –Dijo Cris confirmando mi teoría– Es posible que podamos mantenernos aquí, si ellos los mantienen a raya.
Desayuné algo y conecte la música, era hora de acallar aquellos disparos con un poco de alegría de entre las llamas del infierno. Rocanroleé un poco alrededor de Cris, ella reía, y yo también. Hacía un par de días que no reía de aquella manera. Luego nos pusimos a jugar a las cartas. Usamos las bolas del árbol de navidad como fichas de póker. Luego encendimos las luces un rato, y cantamos algún que otro villancico, parecía de chiste, pensar que pudiésemos estar tan “tranquilos” con  lo que había ahí fuera. Es verdad, pero nada podíamos hacer por ahora. Cris se quedó dormida junto a mí. La dejé tumbada en el sofá arropada. Le aparte el rifle de las manos y se lo coloqué en el suelo. Yo cogí el mío y me puse a hacer guardia. Al rato me fui al sofá y me quedé dormido también, mas un gran estruendo me despertó al poco rato, sonaba como un saco tirado desde una gran altura aplastándose contra el suelo.
-Joder ¿qué ha sido eso?
-Ni idea –Contesté desconcertado.
Aquel estruendo sonido volvió a escucharse, cada vez más se escuchaba por distintas zonas, me levanté de un salto y miré por la ventana “Dios santo” me quedé petrificado al instante; eran cadáveres, la gente había empezado a suicidarse, se tiraban desde las azoteas y balcones de sus casas... había comenzado la ola de suicidios en masa.
-Querrán alimentar bien a los zombis –Dijo Cris– Eso es lo que consiguen con eso. Aunque pensarán que mejor servir de comida que convertido en uno de ellos. Ves que te he dicho. –Señaló hacía una parte de la calle.
Uno de los zombis empezó a correr cabizbajo y torpemente con los brazos extendidos. Cuando llegó a uno de los cadáveres se paró y se desplomo sobre él, empezó a morderle y devorarle el cuello...el pecho…los brazos… lo despedazaba como una fiera carroñera. Le arrancó la cabeza y finalmente adentrándose por la parte caudal, empezó a devorar el tronco de encéfalo, el cerebelo…y finalmente el cerebro. La escena era grotesca y desgraciadamente no sería la última vez que la tendrían que visualizar. Empezó a llover de improvisto. Otro de aquellos coches patrulla volvió a llegar, esta vez no tuvo tanta suerte como la ultima, cada vez había más zombis, por detrás y por delante, todo su alrededor estaba cubierto. Da igual si intentabas atropellarlos…ellos seguían sin detenerse, hasta el punto que, cuando se quedaron sin balas, y los zombis empezaron a subir al coche, desmembraron a mordiscos al policía de la metralla y posteriormente al conductor, que, paralizado por los restos de sangre de su compañero que resbalaban por el parabrisas delantero, era incapaz de reaccionar para defenderse ante tal horda de zombis. Aquella noche la lluvia limpio de sangre las calles de aquel pequeño barrio malagueño.
 En el silencio de la noche podía escucharse como aquellos rabiosos seres despedazaban y comían trozo a trozo otro cuerpo…humano o no. Finalmente opté por ponerme tapones en los oídos. No lo soportaba. Aquel ruido, una mezcla de gemidos, murmullos y sonidos de zombis alimentándose de cadáveres en la oscuridad de la noche. La oscuridad…Me preguntaba que tenía la oscuridad que tanto miedo transmitía.
-¿Qué haces Cris? –Pregunté al verla asomada a la ventana agarrando fuertemente el palo de la fregona.
-Échate para atrás, puede revolvérsete el estomago. Anoche, uno de esos malditos suicidas, no tenía otro sitio donde caer que en la antena parabólica, le atravesó el pecho de cuajo. Intento quitarlo de aquí para no atraer a los zombis. Maldita sea, el niño, se ha quedado aquí empalado.
-¿Era un niño? –Me sorprendí de la frialdad con la que hablaba.
-Sí, no tendría más de diez años, da lástima pero...así es todo ahora. –Dijo arrastrando un aura de tristeza– Lo malo es que como a los zombis de mierda les den por venir hacia este piso… puf.
-¿Cuándo queramos salir de aquí como lo haremos? Ya viste que les paso al coche patrulla…
-Lo sé. Pero ya encontraremos la forma. –Dijo Cris con rotundidad.
Al final pudo quitar aquel cadáver de la antena, aunque cayó bastante cerca del portal. Esperábamos que a los zombis no les dieran por subir al bloque, sería nuestra perdición.

-Me cago en la hostia. –Se me escapó en voz alta.
-¿Qué te pasa ahora David?
-Me pasa que mi peor pesadilla acaba de hacerse realidad.
-Creía que ya vivías en tu peor pesadilla –Dijo ella burlándose. 
-No, esto solo acaba de empezar –Mi voz sonaba tan seria…– calla, escucha­– Le espeté.
Podíamos oír gemir y arrastrarse a uno de esos seres justo en el pasillo. Me acerqué despacio a la puerta, y con sumo cuidado acerque la mirada a la mirilla…estaba aturdido…caminando  de un lado a otro del pasillo…se me heló el corazón en aquel momento. ¿Cómo saldríamos de ahí? De improvisto el zombi se abalanzó sobre la puerta, sin darme tiempo a reaccionar caí de espaldas al suelo del susto. Me arrastre hacia atrás señalándole la puerta a Cris.
 -¡Joder, joder, joder! –No paraba de repetirlo– Han llegado aquí. –Me levante de un brinco a buscar la mochila que teníamos prepara para la huida en caso de emergencia. Cris, mientras cogió todas las armas posibles. Nos cargamos como pudimos de armas y provisiones.
–Vale, tenemos que llegar hasta la moto.
–Todo esto no cabe ni de coña…
–Pues tendremos que dejarlo. Coge dos pistolas y un rifle y saca algo de la mochila.
Le hice caso, aún así, no sería muy ágil escapando de los zombis cargando todo eso.
– ¿A dónde vamos a ir? Esta todo igual…
–Algún lugar se nos ocurrirá, tu cállate la boca, y haz todo, todo lo que te diga ¿va?
Le hice caso. Solo tenemos una oportunidad le oí decir a Cris entre dientes. No podíamos tirar las cosas por la ventana, armaría demasiado  escándalo… así pues con todo a cuestas nos disponíamos a bajar por el cableado del bloque desde un tercer piso. Parecía una locura, nuestro plan era deslizarnos por el cableado saltar a la calle correr sigilosamente hasta la moto y salir a toda mecha de allí sin rumbo aparente. ¡Oh dios!, el plan en conjunto era más locura todavía que lo anterior, me repetí.
Sería más o menos las dos de la tarde cuando empezamos a salir por la ventana, despegamos el gran colchón de la ventana y salimos por la terraza, esperamos a que hubiese muy pocos zombis merodeando por aquel lugar. A pesar de que Cris se fue deslizándose por el cableado, yo preferí atar una de las cuerdas a las barandas de la terraza mientras que el otro extremo lo até alrededor mío. No podría decir que manera era más peligrosa aun así fui bajando a saltos agarrado fuertemente al cabo. Cuando llegué abajo por fin, me desate la cuerda y Cris la uso para bajar por ahí cuando ya no había más cableado por el que deslizarse.  La primera misión estaba completada: bajar con vida; más, la segunda no se vio en la realidad tan fácil como en nuestra mente. Da igual que no hiciéramos ruido, los zombis nos detectaban de una manera anormal. Lentos y torpes algunos de los que merodeaban en la lejanía, automáticamente se giraron hacia nuestro lado. Sin perder la vista a ellos empezamos a andar a zancadas pero con lentitud. Podía notar de nuevo como mi pulso casi me estallaba en las sienes, y como mi respiración lejos de acelerarse la sostenía casi aguantándola para no hacer ruido.
Allí estaba la motocicleta, a solo unos cinco metros de nosotros. Corrimos apresuradamente y nos montamos, Cris conduciría, mientras yo, sentado del revés me ate otro de mis cabos de manera que yo quedase bien unido a ella, empuñe el rifle apuntando firmemente con él.
–Arranca venga, - Le ordené.
Sí los zombis ya nos habían detectado nada más bajar a la calle, ya con el ruido del motor era como un estanque con tiburones en los que se desramaba un litro de sangre. Todos se revolvieron al mismo tiempo hacia nosotros. La moto corría velozmente por la calle esquivando coches contenedores caídos y cadáveres mutilados. Yo disparaba a todo zombi que venía a un metro de distancia, que no eran pocos. Conducir una moto por esa zona era como un scalextric. Si no hubiese sido por que iba atado a ella me habría partido la crisma en la primera esquina. Los zombis no paraban de salir por todos lados, ¿cómo demonios podía haber tantos en tan poco tiempo? Ya empezaba a dudar de la existencia de otros supervivientes.
No podía creer lo que veía, uno de esos zombis hijosdeputa, corría hacia nosotros con todas sus fuerzas, ¿cómo podía ser verdad? Tenía un brazo menos, y parecía como si le hubiese arrancado la piel a tiras de medio lado de la cara. Un momento… ¿sería un zombi o un infectado, tal vez fuese un humano pidiendo ayuda? No lo pensé demasiado y apreté el gatillo y sus sesos volaron por los aires en cuestión de segundos.  De cualquier forma, prefería pensar que no era un zombi, como a todos les diese por correr de aquella manera…ni una Harley Davidson podría ayudarnos a huir.
De repente Cris frenó en seco, y yo pegué un bote en la moto. Encajé dos tiros más a un par de zombis que había alrededor nuestra.
-¿Por qué te has parado? –Pregunté un poco cabreado al tiempo que intentaba girarme.
Cris se desato el nudo y bajó de la moto rápidamente, había una chica parada en la carretera delante de la moto. Sin duda ella había sido la causa de la frenada, se saco una pistola del cinturón y se abalanzó sobre ella.
 -Pero... ¿tú quien eres? –Le apuntó con el arma a la cabeza, la joven la miraba fijamente, casi no se inmutaba por el arma. Entonces dijo:
-¿Crees que me asusta que me apuntes con esa asquerosa arma? He visto demasiadas cosas estos días, ya no le tengo miedo a la muerte, más bien,  deberíamos tenerle miedo a no morir. –Sonrió.
Realmente aquella joven tenía razón pensé.
-Aparta esa arma de mi cabeza –Continuó– ¿no ves que no tengo esa jodida enfermedad? Si la tuviese ya os habría arrancado la yugular de un bocado. No estaría aquí perdiendo el tiempo.
Al tiempo que decía eso, Cris bajó el arma. La chica hablaba con mucha agresividad, casi podía decirse que con rabia, ¿de dónde habría salido? Llevaba ropa de hospital, debía ser enfermera, celadora o auxiliar…Pero…era imposible, según las noticias los hospitales eran el primer foco infectado, el peor lugar del mundo en estos momentos.
-Me llamo Belén, logré escapar hace unos días del clínico, no fue tarea fácil, pero lo logré. He podido ver de todo allí…todo esto es…simplemente brutal. No he podido matar a muchos de esos pequeños cabrones mientras escapaba, pero alguno cayó. Salgamos de aquí corriendo, y os contaré mi historia.  –Dijo al ver que otra horda de zombis que había salido de la nada, se dirigían hacia nosotros.
-¿Pero a dónde podemos ir? –Pregunté desconcertado.
-Tengo una idea. –dijo alzando la vista hacia a vieja cárcel de la ciudad.
- ¿La antigua cárcel? Habrá polis ahí. –Comentó Cris.
-No creo la cerraron definitivamente en 2007.
-Intentémoslo matar a otro poli o no ¿ya qué más dará?
Intentamos entrar en la cárcel, era bastante antigua, y tenía unos muros muy altos, pero estaba en una zona un poco….chunga, así que teníamos que tener cuidado. Cuando llegamos al portón principal, vimos que la cerradura ya había sido forzada así que alguien más había entrado allí…alguien que no sabíamos si había salido...al entrar cerramos la puerta para que nadie pudiese entrar de nuevo, o más bien para que al menos le costase trabajo. Le dimos un arma a Belén. Y vigilamos nuestros pasos con sumo cuidado. Llegamos a una de las oficinas y cerramos la puerta, aquello tenía aspecto de edificio abandonado pero al menos estaríamos seguros unas horas. Belén se sentó en una de las sillas giratorias y empezó a contarnos su historia.
«Para empezar la televisión está controlada, solo sabe emitir medias verdades. La enfermedad se transmite por fluidos corporales, la saliva es lo más típico, pero también por otros medios, uno bastante raro es el sudor. Cualquiera puede darte un apretón de manos sudoroso y contagiarte. Es recomendable llevar guantes. Las mascarillas no sirven para nada, no se contagia por el aire no es un virus, es un tipo raro de bacteria. Que anida en el fluido, cualquier lugar húmedo, da igual como sea, base o ácido, viaja en el torrente sanguíneo hasta llegar al sistema central, de ahí puede anidarse en distintas partes de cerebro o de otro lugar, tarda un día en llegar sí es a causa de una mordedura directa, incluso menos los he visto, depende de cada persona, si es por contacto, saliva…etc. Tarda dos. Una vez contagiado es imposible frenarlo a no ser que destruyamos la parte hacia la que se dirige. Cuando llega la persona sufre un pequeño colapso, una especie de ictus. Mueren la mayoría y a los pocos minutos después, reviven. No sé sabe cómo es posible, pero es lo que hacen. Estuve presente en una autopsia. Había presentado todos los síntomas anteriores, los análisis mostraron un tipo de bacteria extraña era como la rabia, estaba anidada en su cerebelo y partes del cerebro. De pronto se levanto de la mesa torpemente, todos nos llevamos un buen susto. Yo salí corriendo nada más verlo. Pero había más como ellos. Cogí todos los sedantes que encontré por si había algún infectado al que no le hubiese dado aún el ictus. Se sabe cuando no le ha dado por que antes de hacerlo siempre vomitan un líquido negruzco».
Dejé adormilados a unos pocos, y tuve que decapitar a otros tantos con el hacha anti-incendios del hospital. Conseguí llegar a un conducto del aire y por ahí me desplace por algunas partes del hospital. Otras dos personas iban a salir conmigo de allí pero no tuvieron tanta suerte o templanza como yo. Se transformaron también. Encontré una moto y me desplace hasta aquí, llene dos bolsas de comida de un supermercado y pude entrar a esconderme en una guardería. Lo único que tengo es esta pistola que le quité a un policía muerto, ya apenas me queda comida aunque aún conservo algunas cosas del hospital. Los núcleos más peligrosos son los alrededor de los hospitales, Quirón, Clínico, Carlos de Haya, Civil, Materno…imposible. Tampoco pasar por las zonas que el ayuntamiento adaptó para refugiarse como el Carpena, ni las comisarías, los pocos polis no zombis intentarán que no escapemos. Y si nos topamos con los militares…estamos perdidos.
-Será difícil, ir a algún lado.
-Diciendo eso, no ayudas todos sabemos que será difícil, pero hay que intentarlo, a no ser que quieras ser uno de ellos. –Espetó enfadada Belén.
-Podemos ir a los montes de Málaga, es fácil de esconderse, y fácil de detectar zombis y podemos llegar en poco tiempo y a pie. –Comentó Cris.
-Yo conozco bastante aquella zona…puede ser la mejor opción. Descansemos aquí mientras trazamos la ruta para llegar.
-Perfecto.
-Pasaremos aquí la noche. –Dije.
-Hay que tener cuidado, no sabemos si quien rompió el cerrojo está aun aquí, no sabemos cuál será su intención…lo mejor es hacer una guardia. Al menos esta noche…–Nos indicó Belén.
-Me quedaré yo. –Dije  sin dejar de terminar a Cris.
-Ha pasado tan solo una semana, y está todo completamente infectado. Cada vez el desarrollo de la infección es más y más rápido. Antes se necesitaban un par de días antes de que la persona reviviese, ahora solo basta con un par de horas. No hay electricidad, no sé cuánto alcance está teniendo, pero fuera de Málaga no es distinto. El ejercito ya no vale para nada.
-Eres bastante catastrofista.

-Soy realista muchacho.

martes, 11 de julio de 2017

El Misterio de Marín

Relato para concurso.  


Era una fría y solitaria noche, las sinuosas calles de Marín, se hallaban vacías, parecía que aquel suceso había conmocionado a sus habitantes, no era del todo habitual que las calles de aquel pequeño pueblo gallego, mostrara tal apariencia. La LUNA se reflejaba en las aguas del océano, y la pequeña isla frente a su costa mostraba una apariencia un tanto lúgubre. Fui directamente a la casa dónde me habían destinado a vivir los próximos cinco meses. Había dejado a mi familia y amigos por aquella gran oportunidad. Deshice mis maletas, (aunque no había mucho que deshacer) y me instalé por completo. Reposé un rato en la cama, posé sobre la mesita de noche todas las anotaciones y pequeños informes sobre aquel misterioso caso, que debía investigar. Resultaba ser, que en la pequeña isla un hombre había desaparecido. Pero…su lancha, había vuelto al pueblo, como por arte de magia, prácticamente sola.
La policía local, había registrado la isla, y no habían hallado el cuerpo del joven. “Que sumamente extraño” – pensé. “Hay testigos que vieron salir en lancha al joven, completamente solo, se sabe que llegó, pues había huellas que coincidían con su calzado, huellas, que al rato desaparecen, y al cabo de dos horas los testigos ven la lancha retornar al pueblo, completamente sola”…¿cómo pudo volver? Alguien tuvo que ponerla en marcha. ¿Sería el mismo alguien con el que el joven había quedado en aquella isla? ¿Sería esa persona el asesino del joven, o solo un compinche en un astuto juego del joven…?
A la mañana siguiente, partí hacia la isla, para mi sorpresa vi HUMO, saliendo de una zona. Seguí la señal, hasta el lugar dónde se producía. Nuevamente no había nadie. La situación ya me estaba sacando de mis casillas. De pronto, escuché un extraño sonido, me di la vuelta vi una sombra, parecía una persona con una GABARDINA negra. Corrí tras ella como si de salvar a mi vida se tratase, pero aquella persona también se dio cuenta de mi presencia y era mucho más rápida que yo. Observé el terreno por si había huellas, pero fue en vano. El terreno no parecía el propicio para dejar huellas, tal vez en aquel tiempo, hubiese llovido, o algo por el estilo, de lo contrario las huellas halladas del joven desaparecido, habrían sido dejadas a posta. Cuando volví a mi casa, le di varias vueltas al asunto. ¿Quién sería aquella persona?, ¿qué hacía allí? En la isla, había un faro, aunque según mis datos el faro, actuaba de modo automático, y solo una vez a la semana iba alguien del personal a revisarlo, y ese había sido el día anterior a la desaparición del joven, osea que no pudo ser el encargado del faro la otra persona que se hallaba en la isla. Obviamente, el que hizo el fuego, era la persona con la gabardina. O… ¿Tal vez era el mismo joven desaparecido?
Por la tarde fui a interrogar a los familiares y amigos del joven desaparecido. De ellos pude sacar muy pocos datos, al parecer, el joven estaba a punto de alistarse en la escuela naval de Marín. Toda su familia estaba muy contenta con ello. Le pregunté a su madre si sabía si su hijo usaba alguna gabardina, pero contesto que nunca en la vida lo habían visto con una. Una de las cosas en las que me fije nada más entrar en la casa del joven, era en un MARCO roto en el mueble del salón. Pregunté el porqué de aquello, pero no obtuve respuesta alguna. Aquel caso era una pregunta tras otra pregunta sin obtener ninguna respuesta. Cada vez más sentía que estaba dando palos de ciegos. Decidí buscar a la novia del joven. Pero se suponía que ella al enterarse de la desaparición del joven se había ido del pueblo, esto era demasiado raro, y es ahí cuando ya empecé a desconfiar. Volví al siguiente día a la isla, algo raro pasaba allí, el cielo de nuevo se hallaba nublado, y a pesar de ser verano, el ambiente estaba refrescado por una suave brisa helada. Si no me equivoco, ande y ande por la isla, durante más de tres horas, y no encontré rastro o pista alguna. Ni del joven, ni de la otra persona. Harto ya andar, descanse en las cercanías de un pequeño RÍO, me refresqué la cara y las manos, el agua estaba cristalina, la verdad es que en aquel lugar reinaba la paz y la tranquilidad, podría ser un buen lugar para vivir. “Un buen lugar para vivir…” volví a repetir en voz baja. “¡Eso es!” Me surgió entonces una idea. El joven desaparecido, había decidido cambiar sus planes de alistamiento en la escuela naval, y en cambio había decidido vivir con su novia en aquella isla, sin que nadie lo supiera, y con toda la paz del mundo. Nada más volver al pueblo me puse manos a la obra en buscar donde se había ido la novia del joven. Y para mi tristeza y desilusión, la encontré, ahora vivía en Pontevedra. Quedé con ella, pero no me dio muchos datos. Y otra vez, volvía a empezar mis conjeturas. ¿Quién sería aquella otra persona? ¿Sería que el joven estaba muerto? Fui al bar de enfrente de la escuela naval, tenía ganas de tomarme algo, pero estaba un tanto torpe, y desrame la COPA en la mesa, y de nuevo de la nada me surgió una nueva idea. Algo ocultaban en este caso, había algún dato que se me escapaba, al derramárseme la bebida, me acorde que aquel día, la novia del joven, estaba un tanto nerviosa, parecía como si no me estuviese contándome toda la verdad. No serviría de nada volverla a entrevistar por lo que decidí investigar sin ayuda de nadie. También recordé que la fotografía rota, era del joven y su novia. Tal vez, el planeaba dejarla, y tal vez la persona que vi en la isla, era su amante. Y de nuevo, retorné a la isla en busca de algún refugio o “hogar” en el que dos personas jóvenes pudiesen vivir. Eso también me llevó lo suyo, casi empezaba a anochecer. La gente del pueblo era reacia a permanecer a esas horas en aquella solitaria isla, pero yo, me adentre aún más en ella, tal vez ahora que todo estaba oscuro, se abriría una pequeña luz en la oscuridad. Saqué de mi mochila linterna de luz roja y alumbre mis pasos con ella. Cada vez que tenía una solución bastante acertada, ésta parecía escaparse de mis manos cuanto más cerca se hallaba de mí. De repente topé con algo que no parecía ni un árbol ni una roca…era algo…de otro material…alumbré con mi pequeña luz roja, y para mi sorpresa, era un CANDELABRO, lo cogí y encendí sus velas con unas cerillas para alumbrar mejor el camino. Y al ver lo que alumbraba quedé extasiada. Era un pequeño pasadizo, que se abría paso en una cueva. Al llegar al fondo del pasadizo, vi lo que parecía un hogar. ¡Al fin! Una mujer, se hallaba en la habitación y más tarde se hizo ver, el joven desaparecido. Al parecer mis últimas conclusiones eran certeras. Después de mucho comentarlo, todo salió a la luz, los jóvenes pagaron una multa, pero pudieron seguir viviendo en paz en aquella isla.



















viernes, 7 de julio de 2017

Extracto de una gran novela

"Tiene que saberlo. Tiene que saber que todo lo he hecho por usted. Es usted demasiado buena para jugar conmigo. Su conversación de anoche con mi tía me ha hecho recobrar la esperanza que ya creía tener totalmente perdida. Si sus sentimientos siguen siendo los mismos, dígamelo. Mi afecto y mis deseos no han cambiado, pero una sola palabra suya me silenciará para siempre. Sin embargo, si sus sentimientos han cambiado, debo decirle que ha embrujado usted mi cuerpo y mi alma y que la amo, la amo y la amo y que ya nada podrá separarme de usted"
Extracto de Orgullo y Prejuicio (Jane Austen)